Vaya, vaya

C A L B L A N Q U E
Trac, trac, trac, trac, el traqueteo del coche es insoportable. Camino de Piedras. Al frente nada más que tierra y montañas y más hacia arriba un sol amenazante que nos lanza directamente a los ojos sus primeros rayos.
Tras 20 minutos de brusquedad va asomando en azul intenso el mediterráneo.
Cuando te haces a la idea de un día tranquilo, siempre piensas en mar, el azul, el tacto de la arena, o por lo menos cuando llevas viviendo en la costa desde siempre. Y siempre esperas un buen día de sol para poder reencontrarte con esa tranquilidad, que además en estas fechas se multiplica, aunque haga buenos días de sol nunca se ve ni un alma en éstas playas desnudas de ciudad.

 Hoy concretamente, sólo hay 4 coches.

 Caminamos unos 10 minutos entre rocas y arena hasta llegar a la orilla, la recorremos un par de veces, buscando una cueva al amparo del viento. Aquí las cuevas son preciosas y poco profundas, lo justo para quitarte el viento y darle un poco de intimidad a la tranquilidad.
Efectivamente no hay mucha gente, la típica familia dominguera que viene con 1 nevera, 2 coches, tres sombrillas, 200 juguetes y 300 niños,un caos para la tranquilidad. Una parejita de ñoños enamorados que buscan nuevos sitios en los que abrazarse en enero y un marinero solitario.

 Los marineros solitarios son un personaje muy típico en las playas de este tipo, son personas que han perdido algo, han perdido el velero, soltaron el timón y fueron a la deriva, personas que se dan a la mar, se vuelven los náufragos de las playas. Y esto no lo digo yo. Lo dicen sus ojos, siempre cristalinos, su media sonrisa simpática y sobre todo su pelo, un pelo de mar. A este le llaman “el rafiki”, se construyó una casa cerca, para poder pasarse aquí minutos, horas, días... Lo que le reste a la muerte. Siempre se coloca en el mismo sitio en lo alto de una cueva con su sillita de playa y su libro.
Adoro la sensación de frío-calor del vientecito costero de invierno y la estufa natural, porque dicha estufa te calienta y enseguida viene el viento a ponerte los pelos de punta, la carne de gallina. Sensaciones.
Sensaciones que no aprecias, ni disfrutas en el día a día.

Vete, lárgate ya! coge ese caminito y vete
porque no me atrevo.
No me atrevo contigo, no puedo.
me asustas.

Vuelve a por mi.

una parte (de mi)
se quedó contigo.
ojalá pudiera recuperarla...



y (te) lo odio.